LA CONDUCCIÓN DE VEHÍCULOS: UNA ACTIVIDAD QUE PARA MI BISABUELA NO ERA SÓLO CUESTIÓN DE HOMBRES A MEDIADOS DEL SIGLO XX.


La persona de la que trata esta entrada de blog no es una figura histórica, ni conocida, pero que, sin embargo, me ha hecho reflexionar en multitud de ocasiones acerca de las dificultades y barreras que han sufrido las mujeres en el pasado reciente y que, desgraciadamente, todavía perviven en muchos sectores de la sociedad en España y en países de nuestro entorno.

 

Hoy voy a reflexionar sobre mi bisabuela, natural de un pueblo de Ourense, quien en el primer cuarto del siglo XX se vio obligada a emigrar con su marido a México, en busca de un futuro más próspero para la descendencia que estaba a punto de llegar.

 

Y es que, a los pocos años de instalarse en la capital, México D.F. y, una vez habían conseguido erigir un pequeño negocio de muebles, se vieron obligados a adquirir una furgoneta para salvar las grandes distancias de una de las ciudades más pobladas del mundo, con el fin de atender los pedidos de sus clientes así como para que sus numerosos hijos pudieran asistir a la escuela. Ocurrió sin embargo que, ante la negativa de mi bisabuelo a conducir un coche, lo cual le aterraba, y debido a la necesidad de disponer de uno, mi bisabuela se tuvo que sacar la licencia y a partir de ese momento se puso a las manos de la furgoneta para realizar los repartos, ante la sorpresa (y alguna que otra chanza) del resto de emigrantes con los que se relacionaban así como de los clientes que recibían los pedidos. Era principios de los años 40 del siglo pasado.

 

Creo que mi bisabuela, a la que pude conocer durante cerca de 15 años, nunca llegó a pensar que estaba haciendo algo que no le correspondía, o algo que fuera revolucionario, sino todo lo contrario, alguien tenía que conducir la furgoneta para que el negocio familiar saliera adelante y por ese motivo se puso al volante, haciendo de la necesidad virtud. Según he podido consultar en internet[1], si bien ella comenzó su historia al volante en México, en España la primera mujer en lograr obtener la licencia de conducir fue Catalina García, en 1925, no mucho antes por lo tanto que mi bisabuela.

 

Ya de vuelta en España, a finales de los años 70, mi bisabuela siguió conduciendo ante la atónita mirada de las mujeres y hombres de su pueblo, que no siempre entendían que una mujer pudiera conducir e incluso ser la propietaria de un vehículo. Sin embargo, poco a poco con su ejemplo fue animando a no pocas mujeres a romper esa barrera, deseosas de lograr esa independencia que mi bisabuela siempre defendió y que en parte el vehículo le proporcionaba.  Y dicho ejemplo no hizo sino evidenciarse aún más cuando, tras quedarse viuda, no sólo no optó por vestir el luto, lo cual era común en los pueblos, sino que continuó llevando una vida independiente y activa demostrando que la mujer no debía sujetar su futuro ni su porvenir a un marido o a los ascendientes o descendientes masculinos de su familia.


Una de las cosas que siempre decía, curiosamente, era que si bien nunca le había importado, se había encontrado con más comentarios negativos acerca de su comportamiento adelantado a los tiempos en Galicia en los años 80 que en México en los 50. En mi opinión, ello puede asociarse a la educación recibida por las personas que crecieron durante la dictadura, mucho más anacrónica que la existente por aquel entonces en México, un país laico mucho más avanzado en esos momentos en materia de educación y derechos.

 

Pero lo importante es que con su ejemplo animó a muchas mujeres a ser más independientes, pues lo normal en aquellos tiempos al quedarse viuda en un pueblo era depender de terceros para poder trasladarse al pueblo o ciudad vecina, acudir al médico o cualquier otra actividad. 

 

Creo que su granito de arena en la lucha por la igualdad, que debe observarse bajo el prisma del tiempo, así como del contexto cultural y geográfico de la Galicia interior por aquel entonces, fue muy importante ya que estoy seguro que las “olas de la igualdad” no llegan por igual a todos los lugares y entornos, teniendo un impacto más potente en las grandes ciudades y aglomeraciones urbanas. Y es que en los entornos rurales no siempre se tenía acceso a los medios de comunicación (radio, prensa, libros, etc.) y además muchos de sus habitantes eran analfabetos, por lo que las grandes contribuciones y progresos de la sociedad en la búsqueda de la igualdad no llegaban en el mismo tiempo ni con la misma intensidad. 

 

Sin embargo, ejemplos de actitud y comportamiento como el de mi bisabuela, que quizás nunca pensó que con sus acciones estaba contribuyendo a la búsqueda de la igualdad entre mujeres y hombres, pero que inspiró a otras mujeres en la consecución de una mayor independencia que por aquel entonces no abundaba, son a mi juicio elementos que, sin duda, han remado y sumado hacia dicho objetivo en entornos en los que no era fácil que llegara la influencia de los grandes movimientos que se iban produciendo en las ciudades.

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA IGUALDAD ENTRE MUJERES Y HOMBRES EN EL ÁMBITO DE LA SEGURIDAD SOCIAL: UN EJEMPLO RECIENTE

MANIFIESTO #INAPGobiernoAbierto

Fundamentos del Gobierno Abierto: Presentación y Reto 0